sábado, enero 30, 2010

La máscara


Me quede mirando el camino y me imagine que ese camino me había ayudado a desenmascararme, a encontrar a aquel que soy, e ir quitando las máscaras del que no soy, de aquel que por inercia, por rutina, por educación creí que era.

Todas las máscaras una detrás de otra han ido cayendo, lentamente pero sin pausa, y cada día descubro un hombre nuevo, y cada día trato de seguir andando por el camino sin perderme en lo superfluo, sin perderme colocándome caretas que no me corresponden, jugando a algo que no soy, o por miedo, o por comodidad, o por conveniencia o eso, o por simplemente repetición.

¿De qué me escondía tapando mi alma?
¿ Qué ocultaba tras esos ojos?
¿Por qué las máscaras se incrustan y hacen sangre cuando uno las ve y las enfrenta?
¿Por qué cura tan profundamente quitárselas?

Me atrae la sonrisa y la tranquilidad que surge una vez que te has desenmascarado, una vez que no hay lugar donde esconderse, una vez que te das cuenta que todo es un juego donde vuelves a ser ese niño que no tenía que camuflar nada, y donde vuelves a mirar al mundo de un modo curioso y amable, apacible, con menos sufrimiento pues el momento te inunda y te llena, y hay algo dentro que te dice que vas por buena senda paso a paso sacando una a una la máscara.

Artículo escrito por Carlos Serratacó
Escuela de Yoga y Conciencia
Asociación Onubense de Yoga
10 de enero del 2010





3 comentarios:

Peter Wash dijo...

¿Sabías que "persona" significa "máscara" en griego? La máscara que usaban los actores en las obras de teatro. La máscara es necesaria, y la tenemos y labramos sin darnos cuenta, es inevitable, nuestra psyche es así. Lo malo es aquellos que tienen varias máscaras y dobles caras...
Pero no creo que tú seas de esos, ¿eh?

Carlos Serratacó dijo...

querido Peter el taoista, gracias por tu comentario, con respecto a lo que comentas y viendo tu peli y novela predilecta creo que el parecido entre Asesinos Natos de Stone y en el camino de Kerouac puede ser cierta evasión en ficciones fugaces, en el primero creo que es un juego entre una violencia proyectada al teatro de los medios, ¿tanta máscara marea?; y en el segundo un exprimir la vida con cierta prisa donde lo que le salva es la intensidad del maravilloso bebop, eso sí todo el mundo la llevaba adherida a tope su máscara de chico bohemio; me llego Kerouac, su máscara la plasmó en un rollo de papel higiénico que luego le inmortalizo, ¿entiendes la metafora?y la dejo ahí. Y luego le apaciguo el Zen, supo encontrarse, me gusto más la historia de su amistad, sin teatros.abrazossssssss

Peter Wash dijo...

¡Atiza! No te creía tan ilustrado... eres una caja llena de sorpresas. Eso está muy bien. Ahora, cuando acabe la Biografía de un Yogui, tengo preparado Los Vagabundos del Dharma, también de Kerouac. ¿Recuerdas cuando hace meses te pregunté en el centrito sobre el Dharma?

Sigue, gurú, no abandones el blog: lo encuentro muy reconfortante.

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