domingo, abril 11, 2010

Jugando a Rayuela


Semana sensible que acaba con el curso de formación de yoga, fin de semana pleno trabajando a fondo entre todos, observando que pasan los meses y seguimos ahí a pesar de todas las dificultades, avanzando en nuestro crecimiento. Sólo cabe admirar tanta entrega por parte de los alumnos y agradecerlo profundamente, pues el camino está lleno de baches, pero es tanto lo que recogemos… Es el juego de la Rayuela, jugamos felices sin desfallecer siendo conscientes del sacrificio y del cansancio, pero estamos ahí, en grupo, riendo y disfrutando, lamiéndonos las heridas si hace falta, pero a flote.

Domingo noche, noche muy oscura sin luna, oyendo ópera me viene una y otra vez “Rayuela” de Cortazar, uno de sus capítulos, un esbozo, una fragancia. Lo busco hasta encontrarlo, lo leo varias veces, y me apacigua.


Capítulo 7 de Rayuela, de Julio Cortazar


“Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella.


Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua”.

Joe Cocker - You are so beautiful (nearly unplugged)


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