lunes, marzo 28, 2011

Sentados en un trono

Al estar simplemente en el instante presente,
nuestra vida se vuelve maleable y puede llegar
incluso a ser algo maravilloso.
Descubrimos que podemos meditar como un rey
o una reina sentados en un trono.
La majestad de esta situación nos revela
la dignidad que se da cuando permanecemos
tranquilos en un estado de simplicidad.

Chögyan Trungpa



Hemos comentado que mucho de la infelicidad o sufrimiento que nos ocurre surge de un mundo disperso y fragmentado interno, a lo que añadimos una tendencia permanente a la reactividad.

El otro día comentabamos un poco el tema del espacio. Del espacio interno que nace de la práctica del yoga.

Por un lado tenemos que la práctica nos apacigua de la dispersión, es decir nos centra en lo que estamos, un un momento tan importante como el instante presente. Ello nos da espacio.

Por otro lado el simple acto de relajarnos nos cambia el esquema corporal y respiratorio, y todo ello influye para que la mente, las emociones, los pensamientos fluyan más tranquilos.

En clase siempre me dicen los alumnos que en la práctica de la meditación los pensamientos son incontrolados, geniallllll, no pasa nada, ¡¡Eso es bueno!!, por lo menos "te has dado cuenta" de ello. Ahora sólo falta permanencer ahí, con presencia, y observar lo que en un inicio es dispersión, ruido.

La práctica de la meditación transformará todo a una situación más amable, más serena, sólo caber estar sentado.

Los pensamientos, las emociones no van a desaparecer, eso no es posible, pues mientras haya mente existen ambos. Lo que pasa es que somos más conscientes de los pensamientos y de las emociones, y aprendemos a no ser "un jinete descontrolado en un caballo desbocado". Somos ahora el pastor que observa al buey mientras come hierba, sin juzgar nada de su actuación. Entonces van surgiendo silencios, es cuestión de aprender a sentirlos, experimentarlos, aprendemos a prolongarlos en ese fluir constante de pensamientos y emociones.

¿Qué el objeto es controlar los pensamientos y las emociones? Para nada, la realidad no es esa. El objeto es ser más tu mismo, el objeto es llegar a tu corazón, el objeto es habitar tu verdadero hogar.

Se cuenta en los antiguos textos el momento en el cual se ilumino el Buda tras meditar y paso lo siguiente:

 " La tierra se estremeció ebria de dicha, y nadie en ningún sitio se sintió colérico, enfermo, ni triste; nadie hizo mal, nadie fue orgulloso; el mundo permaneció muy sereno, como si hubiera alcanzado la perfección plena."

Talking about a revolution de Tracy Chapman





martes, marzo 22, 2011

Nubecillas

A veces aparecen nubes por el camino

Nubes grandes, oscuras, que nublan la claridad del camino.
Por un momento te notas perdido,
aparecen los truenos,
y llueve
y nos ves nada.
Te notas confuso.

Pero son reacciones, en realidad, puedes mirar bajo otra perspectiva:



Y darte cuenta, que las nubes pasan,
sólo has de aprender a dejarlas pasar,
no intentar tener todo bajo control,
deja un poquito que la vida coloque lo que tenga que colocar.
Dejala estar
a la vida,
y de paso
tu también permanece ahí
sin salirte del camino
atento
y podrás ver bajo un andar tranquilo


menos nubes densas,
pues si  aprendes a vaciarte
decidirás con que llenarte y con que nube
mojarte.

Manu Chao - Desaparecido


viernes, marzo 18, 2011

El espacio y el sigilo, de lo grosero a lo sutil,


Con la práctica del yoga aparece la noción de "espacio". Uno llega comprimido en su cuerpo, apresado en las emociones, prisionero del mental. El acto de educar la presencia del presente una y otra vez nos permite que nos invada una brisa donde la base es la calma en el corazón, donde aquello que insufla las velas es el sentir. Y desde esa isla de calma nace un universo que siempre ha estado ahí, presente, constante, pero que nuestra propia ignorancia y automatismos no nos permite ver.

Uno se inicia de un modo grosero, no sabiendo como trazar el mapa de esa isla, pero la continua práctica nos da una sutileza hermosa, pues el ego aparente, tan chulo él, se va desinflando; ese ego falso, tan ridículo va desapareciendo dando lugar a un habitante que empieza a habitar su sentir, su isla de sentir, su isla de calma, su cuerpo, su piel y su respiración, y se da cuenta que el llegar a asana es una falacia grosera, recorrerla un camino sutil y sigiloso, bello y lleno de esperanzas.

No hace falta gritar al universo que soy capaz de sentir, no hace falta publicar en prensa que llego a asana. Sólo con ver tu presencia, veo tu sentir, veo si viajas o simulas, si vives o eres un robot.

El espacio nos da lucidez, nos da visión y nos coloca en donde hay que estar. Es importante andar en calma por la vida, humildes en nuestro andar, en pasos sigilosos como el pajarillo, atentos, muy atentos, de un modo relajado y calmado, para que la vida no nos aprisione, ni nos deje tan ciegos que no podamos oler las flores, reír sin sentido, acariciar con un amor renovado cada día; y para no dejarnos cazar, por nuestros miedos, nuestras obligaciones, y nuestras permanentes ocupaciones.

Si estoy atento, no hay ruido
sin ruido cabe adaptarme,
pues en el silencio
me escucho.

Afino y afino mi sentir
para huir de lo vasto,
y encontrar la música
en mi camino.

Ando sigiloso
pero sigo tropezando
no me importa.
Vivo

He soltado a los periquitos de la jaula.
He enderezado los olivos.
He regado el limonero.
El jazmín amarillo sigue floreciendo.
Y los burros siguen comiendo hierba.
Me gusta el sol,
y también mojarme bajo la lluvia.


Finley Quaye - Even After All









jueves, marzo 17, 2011

Lluvias en el corazón

Una persona en el Camino no mora fundamentalmente en lugar alguno. Las nubes blancas están fascinadas con la verde falda de la montaña. A la luna radiante le gusta ser arrastrada con las aguas que fluyen. Las nubes se abren y aparecen las montañas. la luna se pone y el agua está fresca. Cada pedacito de otoño contiene vastas e ilimitadas interrelaciones.

                          Hongzhi



Con las lluvias, con la oscuridad de las nubes, el Chico y el León, de los cuales hable la semana pasada murieron. Llevaba con uno viviendo unos siete años, y con el otro unos catorce. Diríamos que a todo el mundo se le muere su perro, pero ha resultado duro perder a los dos compañeros estos años. La vida en el campo nunca resulto fácil, fuera de prototipos idilicos; pero uno de los puntos fundamentales de la alegría, de la compañía, del estar acompañado en la soledad del campo son los seres que conviven contigo. Les echare mucho de menos, a los dos.

La mañana brumosa que llegaba a casa, la mañana gris en las cuales encontré a ambos enfermos, fue la mañana que aparecieron por el camino a casa, como espectros del amanecer una fila de caballos, libres, silenciosos, seguros de su andar, seres invisibles que van y vienen.

Al Chico le fui cortando lentamente sus rizos, sucios por el trajín campestre, tranquilamente, desmenuzando los nudos del invierno. Sabía que nada iba bien, porque jamás le gusto que nadie le cortara los rizos, te gruñía. Y ahora no decía nada. Aquella mañana le deje en una camita en el pajar.

Al León lo lleve en brazos a la caseta de la alberca y le recosté ahí.

Yo creo que con ellos acaba una etapa. Como dije una vez, la muerte de mis compañeros animales son señales en mi vida.



Y desde hace dos semanas los árboles sin hojas, los prados sin flores, se llenan de vida con una primavera adelantada. Los pájaros cantan y todo está verde. Coquilico y Mariano me siegan los prados, y yo voy recogiendo estiércol del pajar para llevarlo a los árboles. Los olivos que planté hace unas semanas han crecido mucho. Las palomas revolotean alrededor de la casa. Llevo carretillas de aquí para allí, me paro a acariciar a los animales. Sigo. Me detengo para dejarme mojar y mojar, empapar por la lluvia que moja, que purifica, que limpia, que da vida a lo que ya está muerto para transformarlo en algo hermoso y bello. La ropa pesa por el agua y la carretilla pesa por el barro. Pero luego me cambio y me siento ligero. Mi corazón está libre de dolores pesados, eso sí, está lleno de dolores hermosos, de amigos perdidos, de primaveras constantes.




Julieta Venegas-Me Voy

martes, marzo 08, 2011

La práctica en yoga


Al principio no sabemos que tenemos cuerpo, que tenemos partes, que hay una respiración y que detrás de todo ello hay un corazón.

Al principio vienes con los espasmos de lo rápido, con las rutinas caducas de lo de siempre, con las cargas que pesan como mil demonios.

Al principio te sorprende detenerte, te maravilla empezar a sentirte.

Y surgen los ejes, la armonía del gesto, las líneas, los espacios, los vacios llenos de sentido.
Y te sorprende tu silencio, todo lo que te dice tu silencio, como te llena el escuchar tu silencio.

No es fácil la práctica.
Requiere ser honesto con uno mismo.
Hace falta tener disciplina con lo interno.
Los gestos falsos no valen. La asana te pule lo que eres.
Y tu vida una vez que descubres como pulirte se llena de sentido.
¿Para qué competir, para que luchar tanto?
Surge lo dulce
Aparece al presente

Y no pasa nada si sientes y dejas sentir.
Si sólo eres una brizna en el aire
al que le gusta el amor,
y la plenitud de ser lo que es
sin artificios
sin ambigüedades
sin vaguedades.
Cómodo y estable como en asana

Sin práctica
sólo andas sobre ti mismo
alimentando un tobogán.

Llueve, Coquelico, la burra me ve
y rebuzna

Oigo fado,
y me acabo de duchar con agua caliente,
limpiando las impurezas que ha quemado la práctica,
apaciguando el fuego, y equilibrando los elementos,
amando y dejándome amar
sintiendo lo que soy.


Marvin Gaye - Heard It Through The Grapevine

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