domingo, mayo 08, 2011

El abrazo alimenta tu corazón

Dedicado al Pequeño Tao, con todo mi cariño, por su valentía, calma y comprensión de los avatares vitales.





El otro día estuve hablando con un amigo, y conversábamos sobre el contacto, los abrazos, el acto de tocarse. Me contaba que él siempre procuraba abrazar a sus hijos, cada vez que podía. Un abrazo de amor a cualquier hora, en cualquier momento y ello le llenaba de felicidad.

Comentábamos que casi no se abraza, no se toca, no se siente la piel del otro.

Estos años, en los diferentes talleres que hemos realizado, o alguna vez en clase hemos ido ahondando en este tema. El tocarnos. Hemos tenido reacciones de todo tipo, todas respetables, pero la síntesis es muy buena: el tocarse cura, alimenta, relaja.



Las razones por las cuales las personas no se tocan pueden ser muchas. Si no hay prácticamente contacto con aquellos que queremos, es difícil lo haya con los amigos o con los desconocidos.

Parece ser que si tocamos, sentimos, y si sentimos, somos vulnerables. Eso puede ser un primer razonamiento. Pero el hecho es que cuando nos abandonamos a sentir, a tocar y a dejarnos tocar, a fundirnos realmente en una caricia o un abrazo, cualquier atisbo de rechazo desaparece.

Hay unas barreras mentales, una vez las obviamos, el abrazo reconforta. Lo difícil es llegar a darnos cuenta que sobre todo es el mental lo que nos separa del otro, de su abrazo, de su piel, de su sentir.

Me hacen gracia esos abrazos que damos, donde nos acercamos, damos unas palmadas rutinarias, gastadas ya de tanto uso reiterado sin sentido. ¿Por qué nos resulta tan difícil dar un abrazo de verdad, de corazón a corazón, de sentimiento a sentimiento?

Dar un abrazo o una caricia con plena atención en el acto que hacemos es maravilloso. El abrazo te trae al ahora y te abre al universo.



Y qué pasaría si probáramos, si sintiéramos el corazón del otro. Si nos dijéramos “abrazarte te alimenta, me alimenta, nos hace más libres, más creativos, expande lo que somos los dos, trae más paz a todos”.

Creo que si primero aprendemos a respetarnos a nosotros, a amarnos como somos, de ahí podemos ser capaces de abrazar, de acariciar a aquellos que amamos. Es importante el contacto, sentir la piel de la persona que tienes junto a ti. Creo que un buen modo puede ser empezar a abrazar, a acariciar a nuestros seres queridos: a nuestros padres, nuestros hermanos, nuestra pareja, nuestros hijos. No importa que con nosotros no lo hicieran, lo importante es que nosotros lo experimentemos, y que lo probemos sin miedos, sin angustias, sin vergüenza.

Abrazar es darte entero. Tocar es nutrir tu corazón.


Alguna vez hablábamos de la importancia de dejar semillas que nos den felicidad. Los abrazos son semillas, los brazos abiertos son aceptación, el pecho al descubierto es mostrar lo que eres, sentir la respiración y la piel del que abrazas es sentir su calidez, su emoción, su ser.

Que la piel, que el contacto no se convierta en una frontera más, ya tenemos muchas. No delimitemos tanto, encajonando todo en compartimentos estancos, incluido nuestro corazón.

Es bonito romper fronteras, abrir espacios, respirar al unísono, compartir lo que somos. Piel con piel. Mejilla con mejilla. Pecho con pecho. Cuerpo con cuerpo. Sin asustarse. Sólo es un abrazo.

Abrazarte te hace ser más tú, y que te abracen te reconforta como cuando eras niño. Toca y toca, todo lo que puedas. Y siente como los poros de tu piel se abren a la vida.

Keren Ann - Au Coin Du Monde
http://www.youtube.com/watch?v=snQy9dR2zoc&playnext=1&list=PL015EBD2D444BDFDF

3 comentarios:

Anónimo dijo...

http://youtu.be/zESzA_Cpg5E


te mando miles d abrazos desde aqi jeje

Peter Wash dijo...

Ah, el abrazo, ese gran olvidado.

Carlos Serratacó dijo...

abrazo pa qui
abrazo pa lli
¡que buenos¡

Artículos más visitados

Amigos del Blog

Todos los artículos a un clic

Traslate