domingo, mayo 15, 2011

La gallina canibal


Kiriko, nuestro gallo llevaba unas semanas nerviosito. A un par de kilómetros de casa hay muchas gallinas, que se pasan el día cantando, y Kiriko las oye, y se altera. Así que reflexione, y me dije "le tengo que encontrar pareja".

Hablando con las personas que saben me dijeron “Como mínimo seis gallinas”.

Me puse a buscar las gallinas y preguntar por aquí y por allá. Nadie sabía mucho y las pocas direcciones que podía encontrar eran lugares en el campo de difícil acceso. Pero me dije: “A por ellas”.

Del primer sitio, tras dar muchas vueltas no lo encontré. Fui a por la segunda dirección donde podía haber alguna gallina: caminos de tierra, sol, vueltas y vueltas. Preguntando por las casas si sabían de alguien que vendía gallinas. Por fin encontré la casa:

-Hola buenos días ¿usted vende gallinas?

-No me quedan, sólo me queda una con el pico cortado.

Pensé que la gallina con el pico cortado era algún clon de gallina. Hace años tuve un clon “pollipavo” en Galicia y era súper agresivos, además de tener cagalera permanente.

-Gracias por todo, prefiero gallinas con pico y busco más de una.

Seguí buscando en la lista de direcciones. Seguí preguntando, indagando. Y se paso la mañana.

Y no había gallinas. Me resulto curioso. Me encontraba cansado. Me quedaba un sitio, situado entre dos pueblos, en un caminillo. Cansado me concentro más, así que me dije: “Este lugar lo encuentro como me llamo Carlos”. Pero por el camino que me dijeron había casas y casas pero no había nadie, ni ninguna granja ni nada, ningún ser humano. Tuve que volver para atrás. Vi una especie de bar de carretera, un hombre mayor dormitaba el calor.

-Buenas tardes, me han dicho que por aquí alguien vende gallitas, usted sabría si fuera tan amable.

-Sigue recto por la carretera y a 800 metros a la izquierda.

Seguí recto contando los metros, me metí a la izquierda, en una pista llena de agujeros, parecía recién bombardeada a vuelo rasante. Fui sorteando baches. Pero no había nada. Pero seguí y seguí. Y había una casa con el portón abierto y me detuve a preguntar. Salio un niño a recibirme, que fue a llamar a su madre.

-Hola, buenas tardes, me han dicho que alguien vende gallinas, usted sabría si fuera tan amable.

-Sí nosotros vendemos.

-Genial, podría verlas

Y segui a la mujer y al niño hasta una pequeña nave donde se oían las gallinas. Al entrar todo era oscuridad y dos filas de jaulas y jaulas y jaulas pequeñas que ocupaban todo lo largo de la nave. Me preguntó:

-Las quieres blancas o marrones.

-Me da igual.

Nos acercamos a una jaula, había seis o siete gallinas por jaula. La jaula estaba puesta como en pendiente, para que cuando pusieran huevos, estos cayeran a una bandeja.

-¿Cuántas quieres?

-Quería tres, gracias.

Pensé que Kiriko con tres se las tenía que apañar.

Abrió la jaula y las fue sacando con maestría, le dio una al niño, otra a mi, y la tercera la llevaba ella. Al salir a la luz note algo raro a la gallina que llevaba.

-Perdone, la gallina le pasa algo en la boca, perdón en el pico.

-Sí lo tiene cortado, mira las otras están igual

-¿Porqué les cortan el pico?

-Para que no se coman unas a otras

-¿Cómooooooooooooooooo?

-A todas las gallinas ponedoras en jaula se les corta el pico.

Y me lleve las tres gallinas con el pico cortado. Los primeros días se encontraban desorientadas, no andaban bien, iban como zombies. Era lógico, desde que nacieron estuvieron en una jaula, hacinadas, sin casi luz, tan desesperadas que se volvían locas y atacaban a sus compañeras.

Mirándolas en el jardín, a la luz del sol junto con Kiriko comiendo maíz, trigo y pan, aprendiendo a vivir, pienso en los antiguos encinares que poblaban toda la sierra, y que ahora cuando paseo sólo veo eucaliptos, y pequeñas islas mínimas de encinares o pinos. Todo ello ha cambiado el paisaje y ha degradado la tierra, a los animales, al hombre y al entorno. Todo por el canibalismo de una papelera. Y pienso en la ría de Huelva, tan hermosa, con tantas posibilidades de abrir nuestra hermosa ciudad al mar, rodeada de unas fabricas y de un humo caníbal que nos come la salud.

Todo se vende, todo se compra, todo se justifica, todo se canibaliza, hasta las emociones.

 Ahora Kiriko canta junto a las gallinas cojas, casi no se le ve, anda distraido y acompañado, el calor aprieta y no corre la brisa. Coquelico rebuzna, y Mariano me mira. Se oyen a los jilgueros, que han hecho nidos por casa. No muy lejos se oye el ulular de una pareja de tórtolas.

The Supremes Baby Love















2 comentarios:

Anónimo dijo...

mi tio vende gallinas tb...creo?? jeje y a los gallos no se le corta el pico??

asi q se les corta pa q no se agredan...a mas d una le cortaba yo tb el pico jajaja bs desd belfast!!!

Carlos Serratacó dijo...

te remito al super mega video de hace unos días, jejej
Rufus Thomas does Funky Chicken

http://www.youtube.com/watch?v=DwlGNNqGf_g

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