miércoles, octubre 05, 2011

La equidad entre opuestos

          "Cuanto más firmes son nuestras fronteras, más encarnizadas son nuestras batallas"

                                                                                                                            KenWilber


¿Hay diferencia entre el sí y el no?
¿Hay diferencia entre el bien y el mal?
¿Debo temer lo que los hombres temen? ¡Qué desatino!
Tener y no tener nacen juntos
Difícil y fácil se complementan
Entre largo y corto hay contraste
Alto y bajo uno a otro se apoyan
El frente y el dorso se siguen
                                
                                                    Lao Tse


Cuando partimos del centro de la esterilla para hacer asana, y realizamos asana hacia un lado y otro, hacia el lado derecho y luego hacia el izquierdo por ejemplo en una postura de pie. Al hacerla normalmente nos partimos mentalmente en la mitad, y toda nuestra atención va a la parte hacia la cual hemos girado o hemos ido.

Resulta curioso. Haces la postura a un lado pero te olvidas del otro. Das más peso a un lado, pones más tono en un lado, e incluso la respiración marca más el espacio donde tienes tu atención, tu dirección.

 Poco a poco nos damos cuenta de la importancia de la otra mitad, "de la parte de atrás", y que todo ha de tener atención. Es como si sólo dialogáramos con una de las partes pero al ir dándonos cuenta nos damos cuenta de la otra parte, vamos ampliando la conciencia.

El hecho es que la asana al hacerse ha de mantener su equidad entre ambas partes, y el paso por el centro al ir hacia un lado u otro me recuerda permanentemente eso.

Lo importante es ir incorporando una de las partes, la olvidada, y con ello construir asana de un modo único, no sin partes que no dialogan, sino donde todas se apoyan y se alimentan, surge entonces una atención al todo, pues no me encierro en un sentir sólo de una parte.

Todo esto parece un trabalenguas.

Para estar cómodo has de comprender lo que es estar incomodo.
Para amar has de haber sentido el desamor.
Si vives es porque algún día vas a morir
La noche es hermosa porque el día también lo es
¿Quién persigue a quién, la luna al sol o el sol a la luna?

Nuestra sociedad, nuestra educación, nuestra mente, sólo ahonda en el lado "placentero" en un pozo sin fin que acaba en frustraciones permanentes y vacios existenciales llenos de cargas de profundidad.

Para mantener ese estado "placentero" surge el "pastilleo", y demás sustitutivos como el colonialismo televisivo o las modas borregueras.

Todo es necesario, nada es indispensable.

Al querer sólo a una parte, queremos olvidar a la otra, negarla, eludirla, y trazamos un mapa fronterizo con aquello donde estamos cómodos, a gusto, felices. Un castillo sólo para nosotros con una buena fosa llena de agua.

La frontera como división, como lucha entre opuestos, como dualidad donde cada parte es rey en su reino y sólo cabe la confrontación entre las partes.

La asana en yoga me enseña a alimentarme del todo para comprender a cada parte en particular. Me enriquece aceptar lo que no me gusta pues con ello abro puertas a lo que antes desconocía. Abre horizontes en lugar de cerrarlos en demarcaciones combativas. Amplía miras para ahondar hacia el núcleo. Diluye el conflicto porque acepta al otro y le da la mano.

John Lennon - Imagine 

Elton John - Imagine

5 comentarios:

Anónimo dijo...

La frase que abre este texto no puede dejar impasible a nadie, sino que invita, da pie a comerse demasiado el tarro. Por un lado, los que hemos crecido -al menos los de mi edad- en el anhelo de firmeza con nosotros mismo y con los demás, bajo el fin de ser más coherentes con nuestros actos y contundentes ante cualquier “agresión” externa, conocemos bien el significado literal de la sentencia. Es decir, teníamos que “ser” y “parecer” invulnerables. Por otro lado, la segunda parte de la frase expresa la consecuencia de esta forma de ser o entender la vida, que no se muestra muy apacible al individuo. De tal manera, Carlos, que no sé muy bien si estás o no de acuerdo con dicha frase, o si simplemente te sirve de guía a tu texto posterior.
A mí esa frase, como digo, me sacude la mente y me devuelve al eterno tema, que es un poco, del que mana mi propensión a la práctica del Yoga: el encuentro (¿o quizás debiera decir reencuentro?) con mi yo. Y me sacude/seduce tanto el tema, que divago por los entresijos del abismo. Sin duda, ayuda el título, “equidad entre opuestos”, porque eso es lo que me sugirió la frase de Wilber: ¿cómo conjugar la firmeza o rotundidad en una postura, que bien pudiera extrapolarse a la definición de tu propio ser, con la laxitud educacional, o mental, o cualquier adjetivo similar? O también, si nos movemos en el campo del arte, ¿cómo congeniar la ataraxia (lo que en el Budismo podría ser “nirvana”) con el compromiso?
Gracias por ayudar a la reflexión.

Carlos Serratacó dijo...

gracias por tu comentario, tengo ganas de compartir contigo tus reflexiones, llevo días sin internet, y ahora con las justas escribo desde un bar.
en principio decir que no creo en las batallas y que cada vez me gusta más sentirme vulnerable tras las dosis tan grandes de guerrero y de crecimiento de ego con la que nos han educado, me gusta sentirme desnudo en mi interioridad en asana, verme sin tanto reflejos, sentir atisbos de unidad. Seguimos hablando, entro a clase, abrazos

Carlos Serratacó dijo...

Recuperada la conexión charlemos, es interesante lo que planteas:

Vayamos por partes, alguna vez he comentado en este blog, que no dejan de ser unas reflexiones sobre mi estado de sentir como practicante de yoga, al estado de vulnerabilidad al cual me ha ido llevando la práctica, no sé si en su momento escribí algo sobre el tema poniendo como metafora un gallo, y luego otro artículo sobre los escudos que nos colocamos, las máscaras. Daba a entender que me sentía superagustito sintiendo mi corazón como único referente, que en lo cotidiano es difícil mantener dicho planteamiento, pero era una vía que me gustaba y había llegado a ella despojando capas de cebolla, y no estaba siendo un camino fácil.

Creo que el yoga nos muestra una serie de herramientas para encontrar nuestro propio caminillo para ser mejores personas, pos zi, y lo cojonudo es que es una vía empírica, basada en la experiencia, no hay que creer en nadie; tu maestro: la esterilla, tu otro maestro: tu zafu de meditación. Si de ahí surge la sacralidad, el despertar del espíritu: bienvenido sea.

Sentir pensando menos. Sentir sin tanto ego. Bajar los humos para Ser.

A mí me gusta la disciplina de la práctica interna, es decir la "voluntad" de profundizar. La práctica va quemando lo que parecemos para llegar a lo que somos, esculpe algo cierto, algo inherente, algo que se encuentra en permanente transformación.

La asana te pide firmeza pero es una firmeza transformadora, nunca dictatorial; transformadora porque la puedes regular, comprender, adecuar, adaptar y no quiere objetivos, quiere que la sientas, busca tu sentir. Quiere que sonrías no que aprietes las mandíbulas.

Adecuar esa firmeza enriquecedora con un abandono. No agotarte en un esfuerzo inútil, y jugar entre tono y relajación, todo ello observándolo con cierta actitud plena de observancia, con cierta imperturbabilidad.

Todo es un reencuentro con aquello que está ahí, pero que cubrimos con capas de ignorancia (avidya). Avidya siempre va a estar, aquí no interesa llegar a asana, ni no ser ignorante, ni tampoco listo, solo interesa vivirlo con plena conciencia. Avidya puede traer sufrimiento, lo que ignoramos y por ello erramos, es así, pero sin ello no seriamos nada.

La conciencia nos equilibra y nos asienta, nos sacude y nos jode, nos llena de felicidad y de tristeza, porque cada parte se alimenta de la otra, y la conciencia es la suma de las partes, es la luz que une aquello que no se veia y te despierta de un sueño.

Todo es un dibujo que nace de un corazón de niño, todo se derrumba por un momento de sentir. Por un momento de sentirse pleno.

Gracias por escribir, y por campartir.

Unknown dijo...

Impermanencia, interdependencia, transitoriedad. Fuerza Carlos.

Carlos Serratacó dijo...

Gracias, lo que ocurre se ha transformado en una bendición al ser maestro de mi actuar. Es bueno haber mantenido firme un práctica constante bajo unos buenos pilares. Ello me ha dado fortaleza, de ser, de estar, de vivir, de comprender, de dicha, y al sufrimiento lo miro, soy su colega, pero él no es mi amo.

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