martes, enero 03, 2012

Las margaritas florecen en invierno


"El auténtico milagro es caminar sobre la tierra"
                                                               Lin Chi

"Es entonces cuando son verdaderamente monjes, cuando viven del trabajo de sus manos"

"Otiositas inimica est animae et idem certis temporibus occupari debent frates in labore manuum..."
("La ociosidad es enemiga del alma, por eso los hermanos deben entregarse en determinados momentos al trabajo manual...")
                                                                                  Regla 48 de los Monjes Benedictinos

Hoy llegué a casa, y el campo olía a margaritas. Sobre el verde de la pradera invernal grupos de margaritas blancas refulgían como soles. Las margaritas se abren con el sol, por la noche cierran sus pétalos para dormir.

No es tiempo de margaritas, las margaritas florecen en primavera.

Pero hoy las praderas de casa olían a margaritas.

Estuve podando unos cuantos árboles, me da pena cuando los podo, pero es necesario.

Recogí estiércol de la cuadra de Coquelico, y repartí algo de abono entre los pequeños frutales, y entre los árboles recién podados.

Las gallinas iban de arbolillo en arbolillo removiendo el estiércol. Felices. El gallo cantaba a grito pelado. Las gallinas removían la tierra con sus patitas buscando "bishitos".

Cada vez que voy planto unos arbolillos, es tiempo de plantar; planté cinco encinas. Coquelico, atada en medio de la pradera me miraba y rebuznaba.

Repasé las estacas que sujetan a los olivillos para que estén verticales, volví atar algunos olivillos. Crecen cada día, apaciblemente, hacia el cielo. El verdor de sus hojas es más oscuro en invierno.

Apilé paja en los comederos de Coquelico, lentamente. Me encanta manejar la paja con la horca, que es la herramienta  que parece un tridente, pero con cinco puntas, con la que manejas fácilmente la paja, así como el estiércol.
Parezco un Poseidón con un tridente en la mano dentro del pajar de la casa de la pradera.

Seguí construyendo una puerta ganadera que hago poco a poco. Cortar palos de eucalipto y de mimosa que traje del bosque, adecuarlo a la cerca, coserlo con las cuerdas que envolvían las balas de paja, unas cuerdas negras, las cuales guardo para cualquier apaño. Es lento coser y coser los palos rectos que antes he limpiado de ramitas con el hacha, me centro mucho en coser, hay que mantener la tensión del cosido con la madera y la cerca de metal.

Como premio a la mañana de labores de campo, Coquelico, el Prana y yo nos fuimos a andar por los caminos a paso meditativo.

No vi las margaritas en los caminos pero hacía un sol extraordinario y no me cruce con nadie. Sólo los tres.

Al volver a casa, las praderas refulgían como soles por las margaritas, su olor me llenaba mientras subía para casa.

Las praderas llenas de margaritas. Un invierno primaveral. Un silencio maravilloso.

Minha galera-Manu Chao 

4 comentarios:

Anónimo dijo...

si..no...si... no... me encanta las margaritas!!!!

Peter Wash dijo...

Ha molado. Siga usted así, don Seratacó.

Carlos Serratacó dijo...

don peterrrrrrrrrrrrrrrr, tao bicicroos, running piñonero, le veo muy bien, je
abrazos

Carlos Serratacó dijo...

si...si...quiero que me salga síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

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