miércoles, agosto 13, 2014

Una bandada de patos




"Tumbao" en una playa. Es por la tarde y el sol suavizado calienta mi piel. Hay bastante gente. Hoy hemos ido a una playa popular, no una playa solitaria y abandonada de difícil acceso. Esta es una playa con su paseo, sus tiendas, sus tumbonas y sus patinetes náuticos.

Hay americanos, ingleses, alemanes, portugueses, italianos. Familias en su mayoría. Todos disfrutamos de la placidez de estar en familia, de jugar con nuestros hijos, de construir castillos de arena. De meter poco a poco el cuerpo en el agua helada. De reír en la libertad de no estar ocupados. Hoy el mar se encuentra en calma.

Observo que algo rompe el equilibrio de la escena. Varios niños nadan en diferentes direcciones, “nadarán para coger calor”, pero no, persiguen algo. Desde el cielo caen patos, y los niños los persiguen mientras  los patos caen al agua,  y “congelados y huidizos huyen como si los persiguiera el diablo”.

Parece que una bandada de patos se ha perdido en el cielo, y han ido cayendo frente a una playa llena de bañistas. Nadan los niños, se acercan a los patos cuando estos se detienen, y los patos siguen huyendo, trazando líneas sin orden en el agua con niños intentando cazarlos. Son en zigzag las trazadas en el agua que dejan los patos y los perseguidores.

La gente se va agolpando en la orilla. Los encargados de alquilar los patinetes arrastran desde la arena una zódiac hacia el agua. La lancha, rauda, veloz va rodeando a los patos más alejados y los acerca. Asomados a estribor cogen los que pueden y los meten en jaulas de plástico.

La bandada de patos es grande. Hay muchos patos.

Van llegando desde el mar niños a la orilla, cada uno lleva un pato entre las manos, “los sujetan mal, les van hacer daño”. Tienen en la cabeza un antifaz rojo y su cuerpo es negro y blanco. No pueden volar, es como si el terror y el agua helada les hubiera inmovilizado las plumas. Un pato se escapa en la arena, corre y corre, la muchedumbre se aparta, los niños lo persiguen. Se escapa en la arena un segundo pato que llevaba un niño en las manos, otro grupo lo persigue. En un momento, por la playa corretean patos despavoridos y voces en varios idiomas los persiguen.

En el agua siguen nadando detrás de ellos, y a la playa siguen llegando niños sujetando patos.

Ya son varios pequeños grupos de personas de pie mirando. Varios patos huyendo asustados. Varios niños sujetando a un pato, andando por la playa felices con la caza. Pasa un hombre con un pato en cada mano, los sujeta por las alas. El hombre se pierde en la lejanía “tiene todo el gesto de comérselos”.

"Nadie decide nada: qué hacer con ellos, cómo apaciguarles, cómo cuidarlos, dónde llevarlos o qué hacer para devolverlos a su hogar, el cielo"

La zódiac llega a la orilla, sacan dos jaulas llenas de patos.

Sigo "tumbao". Sigo observando la escena que se va difuminando. El viento empieza a levantarse. La playa va recobrando su orden interno.

"Unos patos desorientados cayeron en una playa, ya no están volando libres por el cielo, ¿Qué les hizo perder su rumbo? ¿Dónde están ahora?


Fijo mi foco de atención en mi hija y decido dar un paseo con ella. Todo es apacible. Parece como si nada hubiera ocurrido.


domingo, agosto 03, 2014

Cultivando el amor





Me preguntaba una alumna: ¿qué se puede hacer desde el yoga ante la situación de barbarie, por ejemplo, a la que hacía referencia ayer en el artículo? Bueno, lo que está claro es que cada uno puede hacer o no hacer lo que desee: en mi caso sentía un grito desde lo más profundo de mí desde hace un mes, me duele lo que ocurre, no quiero ahondar más.

Bien, volvamos al objeto de hoy. ¿Qué puedo realizar desde el yoga para que el mundo sea menos violento?

En el yoga aprendemos a responsabilizarnos de nosotros mismos, de nuestra vida, de nuestros actos, de nuestro verbo. Hay un viaje hacia el interior de uno. En ese trayecto solo cabe encontrarse con el amor, pues en el interior de uno late la vida. Una vez comprendido eso, ese ya profundo amor por uno mismo como vida, te invade y todo tú eres vida y, por ello, amas la vida: a los demás seres humanos, a las plantas, a las piedras, al mar, al sol, a la tierra; todo late y tú lates junto a ello.

Surge algo muy bonito, te das cuenta de la sacralidad de todo, es decir, todo es sagrado y todo impone un profundo respeto. Es normal que, si conectas con la vida que hay en ti y con la vida que late, todo ello te lleve hacia algo que te trasciende, y ello es la sacralidad del acto de vivir.

Es importante darse cuenta de que a nivel local, es decir, en nuestra casa, nuestro trabajo, con nuestros amigos, en nuestro propio entorno… podemos participar activamente en favor de la paz y la no violencia. Es posible todo eso y mucho más, pero para ello es importante vivir atento:

-atento a lo que uno piensa, y fomentar pensamientos que construyan.
-atento a nuestros actos y actuar solo cuando se requiera, y a ser posible de un modo justo,
-atento a lo que decimos, evitando juicios, hablando desde la amabilidad y hablar solo cuando haga falta.

Creo que es importante, por tanto, vivir más atento y ser más ecuánime o justo en nuestro vivir, en el sentido de ser más amable con uno y con el mundo, es decir, amándonos más y amando más al mundo, a ti y a sus seres.

Si vivo atento, vivo más presente cada momento en mi vida y tengo más libertad para provocar situaciones internas y externas de felicidad hacia mí mismo y los demás.

Creo que el truco es no perderse en verborreas, en demasiadas proyecciones mentales, en demasiados juicios e ir a lo más simple. Y eso es, por ejemplo, que me levanto, me sonrío y soy feliz cada instante que veo despertarse a mi hija y, al abrazarla, es como si abrazara todo aquello que amo. Lo que quiero decir es que trato de entregarme al disfrute del amar, y lo logro unas veces y otras no porque estoy atento a ello, vivo para ello. Mis recursos internos y mi capacidad no van a alimentar, por ejemplo, cualidades que no me gustan como la avaricia o el mesianismo o cualquier otra que yo veo que sea un sinsentido. Busco cualidades en mí que me hagan mejor ser humano y aquello que descubro lo disfruto, lo experimento, es decir, no lo vivo proyectado, lo vivo en presente.

El otro día estuve solo toda la tarde en el campo. Estaba tan feliz y agradecido de tener esa tarde, que todo lo hice lentamente, degustando cada instante, soltando a los burritos, dando de comer a las gallinas y me dediqué toda la tarde en arreglar el riego que da vida a todo ese verdor, donde antes era roca. Y me detenía en cada árbol y reflexionaba sobre el nivel de riego y decidía qué hacer, y así fue pasando la tarde y me sentí lleno y pleno de estar conmigo, de crear vida dando verdor, de estar en contacto con todo.

Cada uno ha de encontrar su camino. En el mío ha resultado esencial el yoga. Me doy cuenta de que con el yoga siento y transmito la comprensión de la vida, siento y transmito la belleza, siento y transmito algo que viene de nuestros ancestros. Sí es posible la paz, sí es posible no tener ni causar tanto sufrimiento y, para ello, sí es posible ponernos en contacto con lo mejor de nosotros y, en realidad, si actúo correctamente conmigo, si soy más amable con aquello que late conmigo en mi vida diaria, estoy plantando semillas de paz in situ, pues todos vivimos porque el otro vive, todos amamos porque el otro ama. Todo se ama, decíamos hace unos días.

Mucho sufrimiento lo causa la comprensión incorrecta de las situaciones. El yoga da luz y te acerca hacia comprensiones más correctas, nada más, de ti mismo.


Creo, entonces, que hay que ser valiente y quemar internamente con decisión aquello que nos hace sufrir, y actuar y pensar y sentir con libertad hacia situaciones más pacientes, más tolerantes. Este es un mundo tan exigente y nos inoculan tanta exigencia, que la vida se pasa corriendo y echas la cabeza atrás y solo te da tiempo a ver tu ego y su sombra que te persigue.

Por suerte, hay mucho más que el ego. A este le encantan las fronteras, la posesión, el orgullo.

Por eso si purificamos todo ello con el fuego del amor, con el agua que todo lo envuelve, a lo mejor todos los días cambia un poco todo.


Recuerda: la atención en local. Abrazos.

  
Artículo escrito por Carlos Serratacó
Escuela de Yoga y Conciencia
Huelva





sábado, agosto 02, 2014

La Deshumanización, la Barbarie y el Horror en Gaza



Una mujer palestina corre huyendo de un bombardeo y grita:
"Nos están matando, nos están matando, y nadie hace nada"

"¡El horror, el horror!"
Últimas palabras de Kurtz
del libro de Joseph Conrad en El corazón de las tinieblas

La foto que he colocado es tal como quedó el gueto de Varsovia tras su destrucción total por el ejército alemán en la Segunda Guerra Mundial hace unos setenta años. En el gueto había unas 500.000 mil personas. Enjauladas en un recinto, sufrieron todo tipo de atrocidades que no cabe señalar aquí. Recuerdo que de niño me dejó una huella muy profunda leer el libro de uno de los supervivientes llamado Borwicz. Era un libro rojo y negro de la colección Biblioteca de la Historia.

Han pasado muchos años de la lectura, pero siempre vuelve a mí como el testimonio de la deshumanización y de la barbarie.

Ante lo que está ocurriendo en Gaza se me ocurren varias preguntas:

¿Qué puede llevar a un ejército a matar a civiles, mujeres, hombres y niños, tantos niños y niñas de un modo indiscriminado?

Lo que nos llega es el horror. Es la indignidad. Es la violencia y la crueldad en estado puro.

¿Cuántos miles de heridos hay, por qué no se habla de ellos y del tipo de heridas causadas? ¿Es adrede usar este armamento para causar un mayor sufrimiento en el tiempo? El armamento usado por el ejército israelí es terrible, ¿quién lo vende, cómo se permite usarlo? ¿Bombas de fragmentación con esquirlas, drones dirigidos desde ordenador, obuses, cazas y helicópteros con la mayor capacidad destructiva?

Lo que nos llega es el horror. Es la indignidad. Es la violencia y la crueldad en estado puro.

¿Por qué casi ningún país del mundo ha retirado sus embajadores de Israel, cancelado sus vuelos comerciales, mostrado una protesta firme y valiente ante lo que está ocurriendo? ¿Cómo es posible tanto interés político, económico? ¿Cómo es posible tanta cobardía de no tomar medidas ante la matanza de seres humanos en Gaza donde hay enjauladas dos millones de personas?

Lo que nos llega es el horror. Es la indignidad. Es la violencia y la crueldad en estado puro.

¿Por qué no se deja que llegue a la población la ayuda de medicinas, médicos, alimentos, agua, luz? ¿Por qué se bombardean los refugios y hospitales, se destruyen las casas hasta los cimientos, se matan a tantos inocentes? ¿Por qué nadie hace nada ante la destrucción de seres humanos por parte Israel?

Lo que nos llega es el horror. Es la indignidad. Es la violencia y la crueldad en estado puro.

¿Cuántos muertos hay ya de los civiles, que son la mayoría de los muertos; cuántos son familias enteras, cuáles son sus nombres, cuáles eran sus sueños? ¿Cuántos son mujeres, cuántos son niños hasta los nueve años, cuántos hasta los quince, cuántos son jóvenes, cuántos padres sin hijos, cuántas madres desoladas?

Lo que nos llega es el horror. Es la indignidad. Es la violencia y la crueldad en estado puro.



Tengo muchísimas más preguntas pero no voy a seguir. Mi nombre es Carlos Serratacó, soy profesor de yoga y no me escondo ante lo que siento: horror.






viernes, agosto 01, 2014

Materialismo y Yoga



"Que yo aprenda a observarme a mí mismo con los ojos de la comprensión y del amor...
Que yo sea capaz de reconocer y sentir en mí las simientes de la alegría y de la felicidad...
Que yo aprenda a identificar y ver en mí el origen de la ira, el deseo y la ignorancia..."

Meditación basada en Visuddhimagga por Thich Nhat Hanh


Uno de los aspectos más hermosos y esclarecedores del yoga es la progresión, tanto interna como externa, hacia un mundo menos materialista. Ya hemos hablado en artículos anteriores del proceso de reconocimiento de lo que uno es. En ese andar van cayendo los trozos inservibles, los pedazos adheridos y casposos de lo que uno ya no es. Entonces uno es, y a la vez todo muta. El ser vive siendo.

Internamente no hay tanta densidad, tanto peso material. El espíritu es más libre, ligero, frágil, fuerte. Uno se da cuenta de lo que es importante en su vida y vibra o atrae aquello que le hace vibrar. Aquello interno que vibra va en busca de la luz clara.

No busca complicaciones, no busca jaleos, no busca excitaciones, no proyecta tanto.

En la calma que observa vive centrado en una vida simple, pues el yoga te lleva a eso, a una vida simple donde no vibran las cualidades tan materialistas como el afán en corto de satisfacer cualquier deseo, de tapar cualquier agujero emocional, de vivir solo por la pasta o por el trabajo.

Uno no piensa esto que digo. Lo que uno es en este camino del yoga te lleva a simplificar todo, incluso lo mental, el pensamiento, pues te das cuenta de que una de las características básicas que te ofrece la vida para ser feliz es el no vivir tanto en mental.

Vives centrado en estar centrado, sin esfuerzos, sin aspavientos, sin demostraciones. 

Y todo ello rehúye, porque eso es lo que vibra su ser, de todo este afán materialista.

Comedido de mente,
comedidos los sentidos,
comedido el cuerpo...
se expande el siendo,
y bailas, ríes, vives, andas, amas así, sin estar comedido.


El yoga te muestra las prioridades de las puertas abiertas y, en esa lista, que es vital, no una lista deseosa, exigente, material, aparecen los valores como la entrega, la comprensión de uno mismo, la capacidad de perdonarte, la libertad individual, la responsabilidad interior, el abandono, el amor... entre otros muchos; y en esa vida que diariamente optimizas hacia ese eje, que eres tú, todo cabe, todo se ama, todo se siente; y si uno vibra con lo que es, ello imanta, atrae aspectos que suman, que te hacen crecer como ser humano, como vida en esta tierra tan hermosa.

Soulsister-"The Way toy your Heart"

Artículo escrito por Carlos Serratacó
Escuela de Yoga y Conciencia
Huelva


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