miércoles, julio 08, 2015

Sigamos hablando del yoga en casa: las resistencias


Sigamos hablando de yoga: las resistencias

posted 8 de julio del 2015

Vamos a darle un poco de continuidad al artículo de ayer.  Muchos me habéis pedido que os comente algo más, bien, ahí vamos.

Comentamos, entonces, ayer los esbozos de algunos puntos a la hora de disfrutar de nuestra práctica de yoga en casa. Decíamos en el primer punto aquello de quitarnos el miedo a la práctica, ver de cara las resistencias, sentirnos. Aquí hay un tema que me gustaría ampliar pues me parece que nos puede ayudar bastante. Es el tema de las resistencias.

5) Las resistencias u obstáculos en la práctica.

Es un tema muy interesante y enriquecedor. Decíamos que el no ponerme a practicar poniéndome mil excusas era una resistencia.

Supongamos que hemos pasado ese primer obstáculo y ya practico en casa. Maravilloso, ahora empieza lo divertido.

Supongamos que ya logro estar un ratito conmigo sintiéndome. Por ejemplo: estoy simplemente sentado con las piernas abiertas en la esterilla. Solo eso. Si no estoy acostumbrado a esa postura, puedo prepararla con un tadasana; luego, en dinámico suave con varias repeticiones, un uttanasana, un prasarita padottasana, un parsvottanasana, manteniendo luego un poco la estática en cada una de ellas, todo de un modo regulado y, si me hace falta, con soportes.

Sentado entonces, piernas abiertas. Claro, lo primero que me viene a la cabeza es que tengo que irme hacia adelante y bajar. Bien, esa es la primera resistencia. En realidad, es una proyección habitual: llegar corriendo a la supuesta meta cueste lo que cueste. Vencer esta primera ansia u obstáculo es centrarnos, centrarnos en el cuerpo. ¿Cuál es la primera realidad de mi cuerpo si estoy sentado? La primera realidad es que estoy sentado. ¿Dónde? Sobre mis posaderas y mis piernas. Es decir, el primer punto de atención es sentir todo aquello que se apoya. Con ello he vencido una resistencia importante que se llama "vivir en la postura proyectando, haciendo camino sin andar ni sentir", y de ello nacen varias cualidades, por ejemplo, sentir que estoy enraizado. Eso significa sentir que mi cuerpo en su solidez, al ser materia y, gracias a la gravedad, nace de mis posaderas y de mis piernas. Si hay unas raíces sólidas y creíbles, pues son mi realidad; y las abono bien, las flores nacen por doquier.

Todo esto parece un párrafo de chiste, pero no lo es. Es muy importante y, si vamos comprendiendo el enraizamiento, de esa comprensión nacerán otras cualidades y otras comprensiones, por eso es un primer obstáculo importante: "que la avidez de la mente no te saque en su proyección de donde estás; estás sentado sobre tus maravillosas posaderas".

Ese primer punto de atención siempre ha de estar presente y, con ello, ya has traspasado otra resistencia que es el estar distraído. Y nace algo hermoso, el estar presente en ti; con eso ganamos otra cualidad: la presencia.

Entonces me siento enraizado. Eso ya de por sí está moviendo fuerzas, vectores de energía, de los diferentes músculos, de órganos, de huesos. Es tan simple que de ahí radica la paciencia de su comprensión, como que el cuerpo quiere la vertical y con las piernas abiertas se muestran tensiones que habitualmente no sentimos pues no estamos en escucha.

Estas cualidades están ahí vivas en todo momento si mantengo la luz en ellas, la luz de la atención.

Ahora vamos a movilizar esos vectores: mis piernas son dos diagonales en cuyo centro o vértice nace la columna vertebral que crece, pues nos sujeta en la tierra hacia el cielo.

Entonces siento mi respiración, mantengo mi atención en ella. Este es un obstáculo vital: tengo que aprender a relacionarme con mi respiración de un modo pacífico, observándola, sintiendo cómo me recorre; respetándola; y ella se hará amiga mía y me llevara con su inteligencia hacia aquellos lugares dentro de mí que no conozco, será mi guía, mi maestra, mi apoyo y me dará claridad a lo confuso.

Para empezar, nos vale con mantenernos estables observando la respiración. Por tanto, mente en calma, cuerpo en calma, respiración en calma. Llegar a ese estado nos puede llevar muchos momentos de práctica y muchas resistencias que hemos de ir penetrando.

El penetrar en nosotros mismos supone que nos vamos comprendiendo y que vamos entrando hacia lo esencial que vive y palpita en las profundidades de nuestro ser. La mente ya no es tan protagonista, observa pasiva por un lado sin buscar ser la reina, pero nos ayuda con su sapiencia, con el hilo de la respiración, a ir abriendo espacios, descubriendo territorios olvidados o páramos vírgenes que habitan en nosotros. El cuerpo se va acostumbrando a que lo sintamos, no que lo imaginemos. Con paciencia vamos viviendo un cuerpo que se calma y que chilla muchas veces al querer recorrerlo por dentro. Pero chilla por desconocimiento, está acostumbrado a eso, a vivir en la propia comodidad de sus tensiones, al vivir imaginado.

Nos entregamos, nos respiramos y el cuerpo nos va aceptando.

Desde esa propia postura de estar sentados con las piernas abiertas podemos jugar en varias direcciones y experimentarnos, buscando el espacio de ser nosotros mismos: sentir cómo la respiración nos sube a la vertical en la inspiración; dejarnos mecer suavemente al espirar en la sutil caída de la columna. Movernos en círculo sobre la propia columna, batiendo el sacro. Direccionar el cuerpo hacia la pierna derecha y usar las manos en sus movimientos hacia el suelo como dos pequeños cerebros con corazón que nos mueven diferentes vectores dentro de nosotros. Ir hacia delante apoyando las manos, moverlas en círculo dibujando corazones. Sentir cómo nos moviliza hasta la entrañas. El juego de las asanas es interminable; la vida lo es.

Y todo ese camino es ir arando la tierra que somos, regándola con intención y amor, con voluntad. Si persistimos va surgir una inteligencia interna, una voluntad férrea, un abandono feliz, y tocaremos con la yema de los dedos nuestro espíritu.


Llegará un punto en que disfrutarás con las resistencias, te darás cuenta que eso es un elemento más de tu vida, y que parte de tu crecimiento interior radica en trabajarlas. Me pregunto: si en una hermosa y simple flexión hacia delante me asusto ante mis tensiones, ¿qué hago normalmente en mi vida con el juego de tensiones o resistencias que me trae la incertidumbre del vivir?

Todo tiene sentido en el yoga, en realidad. Cada resistencia que traspasas te lleva en un camino directo y ancho hacia la realidad de lo que eres. Es decir, vas traspasando diferentes realidades y tu percepción se va afinando, hacia una realidad última. Allí estás tú.














Artículo escrito por Carlos Serratacó


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