viernes, enero 29, 2016

El silencio y el corazón en yoga (notas sobre el yoga como revolución del corazón)




El silencio y el corazón en yoga (notas sobre el yoga como revolución del corazón)

posted 29 de enero 2016

Pasan los días, pasan las semanas, pasan los meses, pasan los años y poco a poco uno en su práctica y en su progreso lento pero disciplinado en yoga va descubriendo el silencio que habita en uno.

Una nueva perspectiva vital va naciendo ante ese descubrir escalonado. El ruido no es algo externo, es todo aquello que nos distrae de lo que somos, y eso nace de la intimidad que nos vive.

El ruido nos aleja de lo que somos, el silencio nos muestra qué somos.

Nos perdemos habitualmente ante los automatismos de lo cotidiano. Hablábamos el otro día de la trampa del tener. Hoy podemos comentar que en el silencio se encuentra el ser.

Lo que quiero decir es que la conciencia de darme cuenta va unida al silencio de ser uno, que se encuentra alejado de los inútiles esfuerzos de demostrarme tener que ser alguien.

Ante el silencio hay calma que observa y da lo mismo la velocidad social de los patrones imperantes, o de las metas fabricadas bajo ese dominio. En el silencio uno es libre y tu tiempo es el tempo de la vida que vive en ti.

La vida es un corazón y lo que ve es un corazón que se nutre del corazón de la vida que observa ese propio corazón. Todo se retroalimenta en abierto.

La vida, como energía con un corazón en el centro, se alimenta de la energía que alimenta ese corazón. Aquello que crea diques, conflictos, jaleos es energía sin sentido, es decir, es vida también, pero como aprendizaje para dar más fuerza  para alimentarte de otra energía más enriquecedora: la de lo simple, lo fluido, lo suave. Todo se complementa, pero la libertad te da elección.

El vacío de la mente es importante, el pensamiento como vector de energía o como elemento que intercede en  nuestro actuar y nuestras emociones es poderoso. Por tanto, es importante su observación para ir habitando el silencio y ver cómo el silencio va mostrándose en la mente, en la respiración, en el cuerpo, en el gesto.

El desgaste no necesario resta visión. Y el pensamiento como vector o ha de ser adecuado o no ha de ser. Y si no es, no pasa nada, uno sigue andando.

Todo es un andar permanente, una atención viva, un volver una y otra vez.



Artículo escrito por Carlos Serratacó






domingo, enero 17, 2016

La preocupación del tener. (Notas sobre el yoga como revolución del corazón)






 La preocupación del tener
(Notas sobre el yoga como revolución del corazón )

posted 17 de enero del 2016

"La manera de hacer es ser"
Lao-Tse

Vivimos en una sociedad  en permanente preocupación. Nos  encontramos preocupados por cualquier cosa.
Me preocupo en el trabajo, andando por la calle, por la cuenta del banco, por la hipoteca, por preparar el almuerzo, porque me aburro el fin de semana, por lo que sea. En una gran ciudad, si viajas en metro por ejemplo, y el vagón va a reventar, no observo ningún gesto relajado, son cuerpos y semblantes cansados, tensos, preocupados.

Vivimos en una  sociedad donde, si uno es un triunfador, es una  persona genial, y no solo eso, resulta que también eres buena persona. La educación y los propios medios de comunicación social retroalimentan todo ello. El propio orden social te explica que el único camino es ese.

Vivimos en  una  sociedad capitalista si no recuerdo mal, donde el objeto último es generar un capital y obtener beneficios, y en la que el fin vital de todo ello, en mi pueblo, se llama codicia. 

Vivimos en  una  sociedad donde se fomenta un consumo que yo consideraría compulsivo. No solo eso. Si profundizamos: si consumes, tienes y, si tienes, eres. Es decir, al comprar el producto, soy. Si reflexionáramos un poquito, eso no se acaba nunca, pues el tener es algo efímero. Y lo que es aparente no es. Por tanto, aunque yo crea que soy, no lo soy.

Cada vez hay más personas insatisfechas, o con desórdenes de todo tipo producidos en parte a consecuencia de lo que estoy hablando. A la par hay una industria que cubre dichos desórdenes, carencias o, preferiría llamarlos, desequilibrios.

Queda claro a estas alturas de blog que el yoga me ayuda a comprender mucho de lo que escribo. El yoga es revolucionario, aunque él, simplemente, es  yoga.  A mi entender es un motivo de alegría intenso saber con una certeza íntima que el yoga te transforma el corazón, por tanto, la  estructura de  la  persona, en  todos los ámbitos, de cabo a rabo. Todo ello es una esperanza hermosa, de ahí la intensa dicha.

Por ello escribo en el blog, para explicar que hay otro modo de vivir la existencia,  y es un modo que te nutre como ser humano, y que te enseña a disfrutar de tu potencial como persona. Como persona que tiene un corazón, un alma, un espíritu.

En el yoga no te vale con tener, es decir, no te vale con  realizar la  postura y ya está. Eso sería un modo de  poseer algo que no puede ser poseído. Por eso hablo tantas veces  de no perderse en "postureos". La postura es algo infinito en su práctica y en su simbología. Es decir, como símbolo de lo que uno es, es infinito, y darte cuenta que es así te quita muchas tensiones, muchos esfuerzos innecesarios, mucha energía desperdiciada sin sentido.

Todo ello surge de uno cuando se encuentra en asana, porque, en realidad, la postura te abre y te hace darte cuenta de los desechos, de lo caduco, de lo repetitivo que hay dentro de  ti, y eso es algo maravilloso. Te desnuda.

Recordemos que el camino en yoga es hacia el ser.  El ser es lo que soy sin disfraz. Aparece un Yo real que observa su realidad y no se esconde tras algunos de los disfraces, y que decide en qué escenario estar y vive su vida en comunión con todo lo que es vida. Tras ese Yo real hay un corazón.

Vamos a seguir hablando de las enseñanzas del yoga en lo cotidiano con ejemplos concretos. Nos vemos.





Artículo escrito por Carlos Serratacó


jueves, enero 14, 2016

Encontrando un camino: el punto justo de la práctica


Encontrando un camino: el punto justo de la práctica.

posted 14 de enero del 2014


"Las palabras señalan una experiencia, pero no son la experiencia".
Erich Fromm

"El yoga se muestra si no matas al pájaro".
Carlos


Hemos hablado tantísimas veces de la importancia de no perderse en la postura, de encontrar el punto justo de la práctica, que hoy vamos a explicar un poco todo este tema.

El punto justo de  la práctica implica tener una intención, una  constancia, un corazón.

La intención radica en darnos cuenta que más allá del ego hay algo más. El ego es algo importante, pero no es lo más importante en el camino. En los primeros años de práctica de yoga hay que ir creando condiciones para acallar un poco a este pequeño protagonista llamado ego, que siempre quiere figurar en todas las portadas.

Para ello trabajamos la calma, aquietamos el ruido mental y olisqueamos lo que hay detrás. En ese silencio que va abriéndose espacio dentro de uno, sientes que no hay tanta fragmentación en multitud de yoes, valoraciones, enjuiciamientos, competiciones y demás características de nuestro amigo ego.

Entonces, la intención al inicio es estar atento internamente a otras cualidades que nacen de uno que no son las ególatras habituales. He nombrado alguna, calma o silencio, pero hay muchas más.

La constancia implica que todo nuestro ser ha de estar atento a aprender a vivir atento, es decir, a aprender a "vivir vivo". Por tanto, la práctica, en realidad, es permanente, uno practica las veinticuatro horas. Cuando empezamos la práctica en esterilla nos va haciendo comprender diferentes cualidades, nos van anclando, enraizando adecuadamente, pero para ello resulta esencial tener bien clara la intención, y no perderse dando demasiadas vueltas en los permanentes camuflajes para no vernos. Tras la constancia se encuentra la Voluntad. Amiga de la Voluntad es la Conciencia. La Conciencia nace del pequeño acto cotidiano de darme cuenta.

El corazón es la base, el corazón es el alimento, es la dulzura, la miel, el disfrute, el sentir, la comprensión, la entrega, es decir, lo es todo. Porque todo late, y todo late en uno. Lo que queremos decir es que es una pena perder la vida tras los caprichos del ego habiendo tanta hermosura dentro de nosotros, y que el yoga, al ir resquebrajando capas en una vía de penetración -a veces lacerante- hacia lo íntimo de uno, te muestra un corazón, y solo cabe vivirlo.





Artículo escrito por Carlos Serratacó


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