viernes, marzo 24, 2017

La sacralidad de lo cotidiano


La sacralidad de lo cotidiano


"Nuestra vida,
¿a qué se puede comparar?
A la gota de rocío
que salta del pico del ave acuática,
en la que se refleja la luna"

Maestro Dogen


Ahora que ha llegado la primavera y la vida renace en luz, me gustaría hablar de la sacralidad.
La sacralidad es una relación que se crea entre lo íntimo de uno con lo sagrado o con la divinidad, yo diría que con la vida.
Cuando practicamos yoga, donde lo habitual es empezar mediante posturas o con asanas, ocurren muchas situaciones que a lo largo de estos años he ido contando en los artículos del blog.
Los alumnos y las alumnas se encuentran en silencio realizando posturas, asanas o gestos, los practican en dinámico o mantienen una estática, y los gestos se encuentran ligados en un lenguaje ancestral, diría que mítico.
Se ha de usar la atención y las diferentes partes del cuerpo para crear las figuras. Acabada la clase, algo increíble ha sucedido. Uno se dice: "me encuentro bien, me siento a gusto, como si algo hubiera encajado dentro de mí".
Las sucesivas clases nos van enseñando a "encajarnos" en la postura, a estar más cómodos, a disfrutar.
En realidad, ocurren tantas cosas... Ligándolo un poco con el denso artículo de ayer, ocurre algo muy bonito: cada vez me voy percibiendo sin tantas "impurezas", sin tantas "capas", como si fueran cayendo trajes, en un viaje que uno desconoce sobre uno mismo pero que nos hace sentir bien. El alumno o la alumna se va percibiendo de otro modo y, como decíamos, eso va unido a que su realidad o mundo. La percepción de todo ello cambia hacia algo mejor, hacia un equilibrio saludable.
Todo ello nos aporta nutrientes físicos, emocionales, mentales, espirituales y, por eso, nos aporta una salud que sentimos claramente.
Al estar en las sucesivas clases con actitud atenta y constante,  nuestro cuerpo, nuestra persona son percibidos con atención, con una atención unificada, como si desde lo más recóndito de nosotros -hablo de células, de huesos, de músculos, de piel, de órganos, de mente- fueran adquiriendo "vida", yo diría que Inteligencia Primigenia.
Y ese despertar de todo lo que es uno, que nace de algo en apariencia tan simple como una postura de yoga, es algo mágico, divino, es vida plena.
Vivir como ser humano en esta tierra tan bella sintiéndote vivo y dichoso de sentir la vida nos da una mirada única hacia nosotros mismos y hacia la vida que nos empapa.
La primavera ha llegado, nacen los brotes de las hojas para refulgir, las flores eclosionan, los niños juegan en las calles, las familias pasean, los pájaros se persiguen en el aire entre cantos para amarse, el sol, mis pisadas lentas ante tanta belleza.
La vida que me rodea es sagrada, despertarme es sagrado, coger un trozo de pan y desmigarlo es sagrado, tocarte mirándote es sagrado, reír con mi hija es sagrado, escribir en estos momentos es sagrado, si mis ojos se enturbian de llanto, es sagrado.
Entonces lo que es mi vida diaria, mi vida cotidiana, mi día a día adquiere un sentido especial, íntimo, porque son únicos al rebosar vida y estar rodeado de vida, y sentir eso, a mi parecer, es una situación profundamente mágica, sagrada y divina.
Artículo escrito por Carlos Serratacó
Escuela de Yoga y Conciencia
Huelva

No hay comentarios:

Artículos más visitados

Amigos del Blog

Todos los artículos a un clic

Traslate